EFE

Tres años después ahí estábamos borrachos y besándonos con Numa Pompilio de testigo. Luego Silvio acompañó nuestra conversación de vino e inseguridades. Tres años después, yo decidí que se me daba la gana de decirte mi amor, de besarte en todos lados y molestarte con el regionalismo que no se me quita. La vida  se me hizo una película de amor con toda la discografía de Drexler de soundtrack. Tres años después me liberé de fantasmas y me senté a tomar una cerveza con lo que me diste. Los pasajes de avión, las cuentas de hotel, las promesas de los libros y las firmas me susurraban que lo íbamos a lograr. Tres años después decidí creer cada palabra que salía de ti y que ahora prefiero no recordar para no decepcionarme más. Tres años después me toca recoger las canciones de trova, las promesas, los mails y las fotos. El cajón de cosas para darle al amor de mi vida sigue intacto. Que esto ya lo sabía, que podía pasar, que siempre lo repetiste. Tres años después todas las apuestas quedan cerradas y yo te veo partir en silencio. Los besos en la mano que se fueron, las mentiras que quedaron. Tres años después no te perdono, ni me interesa intentarlo. Tres años después continúo cuestionando cada paso que doy e intento entender sola. Quizá vuelvan a pasar tres años, quizá no.

Me volverás a ver y me dirás ¿eres tú cv? y yo te abrazaré, te daré un beso, te haré un chiste y te diré que no. Porque la verdad, ya no.  

Guayaquil, 29 de noviembre 2018. 


Posdata.

Todas las horas, todos los besos
Cada recuerdo que fuimos echando en el fuego
Un día, tal vez, darán calor.

Cada lágrima, cada gota de sudor
que el tiempo fue evaporando
sonará un silbato de vapor.

Y más allá del espectro visible
habremos sido el fuego y el combustible.

Tomo el dolor, tomo el punzón de los celos
los dejo arder en la llama
y un día tal vez saldrán de mí.

Y esta canción que se diluye en el tiempo
como señales de humo
busca un cielo en que la leas tú.

Y en uno más de los mundos posibles
habremos sido el fuego y el combustible.

Jorge Drexler.