Preámbulo a las instrucciones sobre cómo cumplir 30 años


Estoy caminando a los 27 años firme, decidida, con la cabeza en alto y con la certeza de no saber qué estoy haciendo. La firmeza, la decisión, la cabeza en alto me duran lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks. Los 27 parecen ser la última puerta que debo abrir para entrar a un curso intensivo de cómo no arruinar mi vida llegando a los 30. Pero antes que llegue el turno de abrir la puerta este 14 de febrero, decidí preguntarle a mis amigues y a twitter sobre este acontecimiento.

La fragilidad de la vida fue lo más repetido en las respuestas. La salud de nuestros padres nos preocupa más de lo normal, pues la realidad nos recuerda que en algún momento no van a estar. Nuestra salud es también asunto de primer orden, el chuchaqui se convierte en el mismísimo infierno y bajar esas libras de más ya no es solo cuestión de dejar el arroz. Nuestro círculo de amigos se va reduciendo y decidimos dejar atrás a las personas que ya no aportan.

Vemos como nuestros amigos están en pareja, se comprometen y casan. También somos testigos del nacimiento de sus hijos y del doloroso divorcio de otros. No entendemos si estamos tomando una buena o mala decisión al estar solos. Solo sonreímos incómodos. Camino a los 30 pasamos por una de las rupturas más dolorosas y no entendemos cómo vamos a sobrevivir entre cuentas por pagar, intentar salir de la casa de nuestros padres y ascender en nuestro trabajo.

La presión llega de todos lados, de nuestra familia, amigos, líderes pero sobre todo de ti y en todos los aspectos: ¿me quiero quedar en este trabajo para siempre? ¿por qué la gente que elijo como pareja vale verga? ¿no debería ya estar escribiendo el libro que juré publicar? ¿por qué me sigue importando lo que opinen ellos? ¿a esta edad no se supone que debería tenerlo resuelto? Mis papás a mi edad tenían casa, carro y negocio. Yo tengo a Conchita y algunos libros.

En la astrología hay algo que se llama ‘Retorno de Saturno’. Saturno llega a los mismos grados matemáticos del día que naciste entre los 28, 29 y 30 años, según tu carta astral. Se supone que la llegada de este planeta a su sitio ‘original’ rompe todas las  estructuras de lo conocido y te entrega nueva tierra para sembrar. Algunos la pasan mal porque no trabajaron en su crecimiento personal, a otros este retorno les viene muy bien porque les entrega cierta madurez necesaria para la toma de decisiones.

Muchos conocemos al tan famoso, berreado pero necesario: Amor Propio. Entendemos que las expectativas son de terror, que la gente no siempre te va a devolver lo mismo, y que si no empiezas por valorarte tú, nadie lo hará.

Yo les puedo decir que camino a las 27 he adquirido más responsabilidades, he llorado como loca, me di cuenta que estoy lista para muchas cosas a las que por mucho tiempo les dije que no. Definitivamente, no me he vuelto más organizada, pero lo intento. Soy más espiritual, más feminista, más frontal, más determinada y más empática. Quisiera decirles que soy más tolerante pero no, al parecer algo me ha pasado en la vida que mi tolerancia se ha reducido de a poco. 
Antes de terminar solo quisiera darles un protip para llegar a los 30:

-      -    Protector solar siempre, determinación, ahorren, viajen con esa plata ahorrada, y no permitan que nadie los haga sentir que no merecen ser felices.

A todo esto, Cortázar, como siempre, lo dice mejor: 



Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj
Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan -no lo saben, lo terrible es que no lo saben-, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia de comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.

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