De la autenticidad y la política

Una vez mi mami me dijo: -siempre van a hablar de ti, siempre: mal y bien. Siempre existirá alguien que deteste tu personalidad y a ti no te debe importar porque no ser auténticamente tú es triste y tú no eres triste- 

Hablar de uno mismo es turrísimo. Siempre que alguien se describe, escucho atenta porque siempre que me toca hacerlo siento una especie de incomodidad. Sin embargo y para fines de esta entrada, haré mi mayor y humilde esfuerzo: soy bastante extrovertida, toco a la gente cuando hablo, soy imprudente, sonrío todo el tiempo, siempre veo el lado positivo a las cosas, digo malas palabras, hablo demasiado, y a veces, muy alto. Soy buena pana, soy acolitadora, soy muy confiada, casi nunca pienso mal de alguien y tengo la teoría que todo el mundo es bueno hasta que me demuestren personalmente lo contrario. Ser política no es mi fuerte, pero ser amable sí. OK, no fue tan difícil como pensé que podía ser. 

Ahora, esto que les cuento me ha traído problemas. Pues, tengo el detalle de ser así todo el tiempo, yo no diferencio si estoy frente al Presidente de una compañía o hablando con Luisito, que nos ayuda con la limpieza. Soy yo, todo el tiempo. Obvio, quizá el contenido de lo que hablo no sea el mismo pero la forma en que lo digo es igual. Siempre será así. No digo que está bien, digo que así soy. Digo que veo difícil cambiar. Digo que quizá no quiero cambiar. Digo que adaptarse es una opción. Digo que mi mami me dijo algo muy sabio. 

Tengo auto censura, claro que sí. Pero a veces es inevitable para mí ser cercana, hablar casi gritando (tengo una voz que no ayuda), o tocar el hombro de alguien. Le puedo caer mal al mundo, y si a mí nunca me hiciste nada, jamás me vas a caer mal. Soy básica por ese lado. Pero tampoco soy tonta o cojuda, Al principio parece pero les prometo que rara vez me caigo dos veces. Si alguien me hace algo, no cuento dos. No porque soy mega fuerte, o la más pilas. No cuento dos sencillamente, porque me gusta rodearme de gente que me hace bien, que de alguna forma me suma, que se siente cómoda conmigo.  

A veces me freno, a veces me quiero entrar a puñetes por hacer y decir ciertas cosas. Pero luego, recuerdo que esta soy yo. Y aunque, probablemente, debo ser más cuidadosa con las palabras...mi esencia no se va a ir a nunca. Diré lo que pienso, con respeto. Como siempre. Porque ser extrovertida no significa ser malcriada o vulgar. Ser extrovertida no significa que no soy seria. Que siempre sonría no me hace menos profesional. Que casi nunca me cabree no significa que no tenga mano dura. Que diga malas palabras no me hace menos mujer. Que sea creativa no me hace menos organizada. Ok, no soy organizada. Les concedo eso.

Pasan los años, y algunas personas me comentan que 'si no me controlo' mi personalidad puede causar conflicto en otros o les puede resultar amenazante, o simplemente me ven como alguien que desea llamar la atención. Cuando para mi buena/mala suerte, yo nací llamando la atención (?)..o sea...me llamo Justin...tengo una voz más ronca que tu papá, no puedo dejar de mover las manos cuando hablo y soy la mujer más torpe de la historia. Así que quiera o no llamar la atención, por algún lado me van a sentir. Y antes me acomplejaba un montón por eso. Y por lo mismo mi mami me daba los consejos que me daba.

Un día hace 5 años decidí aceptar que mi personalidad es mía y debo hacerme responsable de ella. Que puedo ser más polite, que quizá puedo ser más tranquila pero que no me interesa porque sería jugarme sucio. Y para jugarme sucio, los hombres. Hace 5 años me dije: esto eres. Úsalo para alegrar a alguien, las personas que sientan incómodas contigo se irán y está bien. Las personas que se quieran quedar en tu vida, lo harán por quien eres. 

Ser polite (sin caer en la absurda hipocresía) es necesario, claro que sí. Pero ser transparente y ser auténticamente yo, para mí: es fundamental. Y no pienso negociarlo.