Boom! boom! boom!

Mi pelo es un desastre, por eso él me compró una plancha de pelo. Una con dibujos, tal y como la pedí. Él me quería cerca y compró otra plancha de pelo, negra sin dibujos, para tenerla en el baño de su casa y así cuando yo me quede a dormir  no tenga que llevar de un lado para el otro, esa que tiene dibujos. 

Hoy, casi dos años después de nuestra separación me envía la foto de la plancha de pelo que quedó en el baño de su casa, esa negra sin dibujos que me salvó un montón de veces de parecer Gloria Trevi en sus inicios. Mientras veía la foto pensaba que debe ser horrible para él tener esa plancha de pelo en su baño. O pensaba que quizá le agradaba tenerla, pues ya no tiene que comprar otra para su nueva novia. 

Analizaba además, lo terrible y fácil que es recordar a alguien. Como esos recuerdos que tenemos en casa son minas que explotan en el corazón y la cabeza cuando las vemos. Y no solo en casa. Esas minas están en toda la ciudad. En todos los momentos. Sin embargo, estoy segura que en algún momento él mirará esa plancha de pelo y ni siquiera recordará porqué la tiene o porqué está en su baño. Quería decirle (quería pero no podía) que a diario uso el reloj que me regaló, que escucho música en el iPod que le quité, y que tengo de libreta de la universidad, un cuaderno de su ex empresa. 

Es probable que yo tampoco recuerde detalles y solo será el reloj, el iPod, y la libreta. Sin antecedente alguno. Seguramente, deba pasar mucho tiempo para que eso suceda. Estos regalos que se convirtieron en recordatorio, en granadas...

Están los otros recuerdos, por ejemplo, estoy segura que este hombre que alguna vez me dio una plancha con dibujos, vio Harry Potter y se acordó de mí. Lo sé porque cuando se fue a Orlando me trajo un llavero con mi nombre. Cuando lo hizo quería decirle (quería pero no podía) que yo odiaba escuchar a los Bee gees porque eran el soundtrack de un sin número de citas en la sala de su casa, mientras bebíamos y comíamos. Que detestaba que Juan Luis Guerra aparezca con 'Viviré' en el iPod (que le quité) porque podía voluntariamente quedarme parada en media avenida para ser arrollada. Que era un martirio saber que Djokovic estaba partiéndola de alguna forma, porque me recordaba como lo llamaba el profe de tenis (a pesar que obviamente no era tan bueno como él). Como hasta dejé de comer pasta para no recordarlo. 

No quiere decir que yo tengo más recuerdos, más minas, o granadas. Quizá solo soy más sensible a ellas. Y Boom! explotan. Una tras otra. ¿Recuerdan el juego de buscaminas? Cuando uno deja tantos recuerdos, y le dejan tantos momentos, el día a día se convierte en ese juego. Días en los que no mueres ni un ratito. Días en los que las minas no dejan de asesinarte la paz mental. 

boom! boom! boom! (para él) un episodio de HIMYM que salió mientras almorzaba, boom! boom! boom! (para mí) Alguien hablando en italiano boom! boom! boom! (para los dos) una plancha enredada en su baño, ¡boom! ¡boom! una plancha de dibujos tal como la pedí en mi cuarto... 

Comentarios

  1. Sabes? Anoche tuve un lapsus parecido.. De pronto, por algo mínimo, una de queda pensando si la otra persona sentirá igual al recordarte. Y no hablo de sentimientos. Quizás es bonito recordar cuando te queda algo bueno: a mí que quedaron nuevos gustos musicales y a él, creo, le quedó el gusto por el mcflurry oreo (lo sé porque lo veía en su Snapchat -cuando lo seguía-).

    Y nada. Es solo un momento en el que esperas que te recuerden bonito. Como una misma lo hace. (Haré un tuit de esto luego jajaja)

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